'La finca de los olores': la penúltima muestra de okupación en Palma

El número 9-A de la conocida -y frecuentada- calle Cardenal Rossell, la principal arteria de la barriada palmesana del Coll d'en Rabassa, en las proximidades de Ciudad Jardín, se ha convertido en un foco de problemas. El edificio, de dos alturas y con locales comerciales en su planta baja, lleva tiempo okupado por un grupo indefinido de personas, varios de ellos familias, que han hecho suyos los diferentes pisos, marcando su terreno y llamando la atención del vecindario, que lo define y conoce como 'La finca de los olores', en referencia a los hechos acaecidos allí.
Y es que ese bloque fue precintado meses atrás por parte del Ajuntament de Palma, a través de Emaya, a consecuencia de unos vertidos fecales que llevaron a tomar medidas contundentes. 'Peligro por asfixia. Presencia de gases' era el letrero que los técnicos de Cort instalaron en el acceso al aparcamiento subterráneo, en el que todavía sigue amontonándose la basura, mezclada con aguas residuales que invitan a pensar en un nuevo episodio de este calibre.
Fachada del edificio okupado en el Coll d'en Rabassa. Foto: F.F.
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Nada menos que 550 metros cúbicos de aguas fecales y barros en descomposición fueron retirados por los operarios de la empresa municipal Emaya del subterráneo de una finca que no llegó a finalizarse y en cuyo interior el mal olor, la ausencia de seguridad y el apelotonamiento de basura, muebles, electrodomésticos y demás enseres, entre la penumbra, llaman la atención.
Acceso al aparcamiento subterráneo, en su día precintado. Foto: F.F.
La mayoría de las puertas cuentan con candados o cerraduras propias, incluso en algunas se han instalado alarmas para evitar, supuestamente, una reokupación de los pisos, cuyos habitantes se han convertido en un elemento de preocupación para el vecindario, que desde hace tiempo convive con esa incómoda presencia. Casi tanto como lo es para los okupas la de un periodista o cualquier curioso que atraviesa su portal, abierto y con la puerta literalmente destrozada.
En la fachada, empalmes y apaños con el cableado forman parte del paisaje, junto al mal estado de las ventanas y demás elementos estructurales de un edificio ubicado en una de las zonas más transitadas del Coll d'en Rabassa, en las proximidades del centro de salud y en el que la falta de suministros pasa factura a sus habitantes.

